La emoción de convertirse en padre o madre es indescriptible. Es un cúmulo de ilusión, esperanza y amor por el futuro hijo que está por llegar. Imaginamos su rostro, sus primeras palabras y los momentos que compartiremos con él. Sin embargo, la vida a veces nos enfrenta a situaciones inesperadas que nos recuerdan lo frágil que es la felicidad.
Esto lo sabe bien Carlos Morales, un hombre de Phoenix, Arizona, cuya historia ha conmovido a miles de personas. Lo que debía ser el día más feliz de su vida se convirtió en el más devastador, dejándolo en un instante solo con sus cuatro hijos recién nacidos.
Carlos y Erica Morales parecían hechos el uno para el otro. Se conocieron en un club nocturno en 2006 y, a pesar de la barrera del idioma—Carlos solo hablaba español y Erica, inglés—, su conexión fue inmediata. Esa noche bailaron durante horas y, al despedirse, él le entregó su número. Sin embargo, el destino quiso ponerles a prueba: Erica perdió el papel con su contacto.
Parecía que todo había terminado antes de empezar, pero una coincidencia los volvió a reunir a través de amigos en común. Desde entonces, su amor fue creciendo. Determinado a fortalecer su relación, Carlos aprendió inglés y Erica, español. Su compromiso fue tal que en 2007 se casaron en Las Vegas y comenzaron a soñar con formar una familia.El camino hacia la paternidad no fue fácil. Erica sufrió un aborto espontáneo, un golpe que los marcó profundamente. Pero su deseo de ser padres era más fuerte, así que recurrieron a un tratamiento de fertilidad. Cuando finalmente lograron el embarazo, recibieron una sorpresa inesperada: ¡esperaban cuatrillizos!

La emoción y la responsabilidad crecieron a medida que pasaban los meses. El embarazo de cuatro bebés fue demandante y agotador para Erica, por lo que Carlos se hizo cargo de las tareas del hogar, asegurándose de que su esposa estuviera cómoda y cuidada.
El 12 de enero de 2015, Erica ingresó al hospital con presión arterial alta. Un mensaje de texto le avisó a Carlos que los médicos habían decidido inducir el parto de inmediato. Él llegó rápidamente y compartieron sus últimos momentos juntos, tomándose fotos y videos como recuerdo. Antes de que ella entrara a la sala de parto, Carlos la besó en la frente y le susurró cinco palabras: «Saquemos a estos bebés».
Todo sucedió muy rápido. Los cuatrillizos nacieron mediante cesárea, tres niñas y un niño. Carlos estaba rebosante de felicidad. Sin embargo, en cuestión de minutos, todo cambió.

Erica sufrió un shock hipovolémico, una complicación grave causada por la pérdida de sangre. Mientras Carlos estaba a su lado, las alarmas del hospital comenzaron a sonar y un equipo médico corrió a atenderla. En cuestión de minutos, le pidieron que saliera de la habitación.
Esperó con el corazón en un puño hasta que un médico salió a hablar con él. La noticia lo golpeó como un rayo: Erica había fallecido.
El mundo de Carlos se derrumbó en un instante. Pasó de la alegría absoluta a la peor pesadilla imaginable.
“Ella estaba bien y luego ya no. Estaba viva y, de repente, se había ido”, recordó con dolor.